Los trasplantes fecales han ayudado a algunas personas a superar la resistencia a potentes inmunoterapias. Ahora, docenas de ensayos apuntan a la conexión entre el cáncer y el microbioma.
Hoy en día, al menos 30 ensayos de transferencia microbiana fecal (TMF) están en marcha en todo el mundo, a cargo de laboratorios académicos y compañías farmacéuticas. Cada vez más, la investigación muestra que el microbioma intestinal puede tener efectos buenos o malos en la progresión de tumores distantes, en los efectos secundarios de los tratamientos y en la capacidad del sistema inmunitario para eliminar las células cancerosas. Algunas investigaciones han relacionado bacterias específicas con efectos beneficiosos, lo que podría apuntar a tratamientos personalizados. En esta línea, los científicos están explorando el papel de la dieta y la diversidad de microbios intestinales, además de revelar las interacciones entre los organismos que residen en el intestino y los que viven en los propios tumores, abriendo potencialmente nuevos objetivos para el tratamiento.
Desde 2006 Ben Boursi, oncólogo del Centro Médico Sheba de Israel ha realizado estudios epidemiológicos que vinculan el cáncer y el microbioma, explorando cómo los antibióticos podrían cambiar el riesgo de cáncer y cómo la dieta podría modificar los microbios intestinales. Diez años después, comenzó a surgir una imagen del microbioma como un organismo modificable tanto en la salud como en la enfermedad, y el vínculo con el cáncer comenzó a llamar la atención. Esta tendencia coincidió con una explosión de interés en las inmunoterapias. Estos medicamentos han tenido un éxito notable en muchos tipos de cáncer, pero no funcionan en todos los pacientes: solo entre el 15 y el 20 % de las personas tienen una respuesta duradera. Los datos que respaldan la influencia de los microbios en el éxito o el fracaso de estas terapias comenzaron a acumularse en las conferencias sobre el cáncer y en las principales revistas. Pronto, investigadores de todo el mundo tenían en marcha ensayos clínicos de TMF.
Los científicos aún no saben lo que significa tener «buenas heces», material de donantes que promueve una respuesta anticancerígena eficiente. En última instancia, los investigadores deben encontrar la combinación secreta, un consorcio de microbios con buenas cualidades funcionales que podrían promover la inmunidad y la salud en general. Pero encontrar esa combinación óptima podría ser imposible. La composición del microbioma varía mucho según el origen étnico, la geografía y la dieta. Identificar las heces ideales para la donación podría no ser una cuestión de qué microbios contiene, sino más bien de lo que hacen. Observar los metabolitos que producen las bacterias es crucial para caracterizar los tratamientos.
Otro tema para considerar es el microbioma del propio tumor. Los microbios constituyen alrededor del 25 % del entorno del tumor y su presencia puede promover o bloquear la inmunidad antitumoral.
Los microbios viajan a los tumores desde muchas áreas, incluidos el intestino, la cavidad oral y el torrente sanguíneo, según el cáncer. Los investigadores ahora están comenzando a investigar la relación entre los microbios tumorales y los microbios intestinales para descubrir si se influyen entre sí y cómo. Pero también queda sin resolver hasta qué punto la dieta afectará los trasplantes de microbiota, que es probablemente el área menos estudiada de este esfuerzo. Los estudios epidemiológicos en todo el mundo muestran que la dieta influye en los perfiles del microbioma intestinal incluso más que los genes de las personas.
Se han llevado a cabo estudios en los que se ha demostrado que la inmunoterapia no solo funcionó, sino que sus efectos secundarios se minimizaron. Esa es una gran esperanza para los investigadores, en donde la modulación de la microbiota pueda aliviar los graves efectos secundarios que puede traer la inmunoterapia. La TMF se está probando en estudios piloto en el Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering en la ciudad de Nueva York, la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota y en otros lugares en pacientes que se someten a trasplantes de células madre, para compensar el daño al microbioma de los ciclos de quimioterapia, radioterapia y antibióticos.
Al final, la TMF para el cáncer podría terminar siendo una convergencia de varias tecnologías utilizando bacterias derivadas de humanos o modificadas para crear medicamentos. Este esfuerzo requiere una mayor comprensión de la complejidad de las comunidades microbianas en el cáncer que la que tienen ahora los investigadores.
Referencias del estudio:
J. Erdmann, How gut bacteria could boost cancer treatments. Nature 607, 436-439 (2022)
doi: https://doi.org/10.1038/d41586-022-01959-7
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